El pasado
sábado tuve la oportunidad y privilegio de realizar un taller creativo
familiar.
El objetivo
era que los peques realizaran su propio Tió con la colaboración de un adulto. A
medida que se desarrollaba la actividad, pude observar otra vez ese potencial
creativo que vive dentro de los niños.
Los niños no
ponen límite a su imaginación, se desinhiben, piensan y se permiten hacer las
cosas de una manera no convencional… Los adultos intentamos encausarlos,
dirigirlos por el camino trazado… el cielo es azul, el árbol verde… la línea
recta…
Pero si
hacemos el ejercicio contrario, dejarnos guiar por el niño… pintar todo
arcoiris, enganchar tantas cuentas o botones se pueda… añadir coronas, anillos,
mejillas, pestañas…
Si de verdad
nos dejamos llevar por la ola creativa infantil nos encontraremos con el
sorprendente resultado: hemos realizado una pieza única, irrepetible, con
carácter.
Por esta
razón cada vez que trabajo con niños, intento aprender de ellos, intento
recordar cómo era mirar el mundo con ojos infantiles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario